Solitario en el camino (Paulo Coelho)
La vida es como una gran carrera en bicicleta, cuya meta es cumplir la Leyenda Personal - aquello que, según los antiguos alquimistas, es nuestra verdadera misión en la Tierra.
En la línea de partida estamos juntos, compartiendo camaradería y entusiasmo. Pero, a medida que la carrera se desarrolla, la alegría inicial cede lugar a los verdaderos desafíos: el cansancio, la monotonía, las dudas sobre la propia capacidad. Nos damos cuenta de que algunos amigos ya desistieron en el fondo de sus corazones; aún siguen corriendo, pero es porque no pueden parar en medio de la pista. Este grupo se va haciendo cada vez más numeroso, con todos pedaleando al lado del coche que acompaña para apoyo, donde conversan entre sí, cumplen con sus obligaciones, pero olvidan las bellezas y desafíos del camino.
Nosotros terminamos por distanciarnos de ellos y entonces estamos obligados a enfrentar la soledad, las sorpresas de las curvas desconocidas, los problemas que pueda crearnos la bicicleta. En un momento dado, después de algunas caídas sin que haya nadie cerca para ayudarnos, terminamos por preguntarnos si vale la pena tanto esfuerzo.
Sí, vale. Se trata sólo de no desistir.
Es necesario luchar para crecer, pero nunca dejarse ilusionar por el poder que llega junto con el crecimiento, porque sabemos que él no vale nada.
Finalmente, es necesario aceptar que nuestra alma, aunque sea eterna, está en este momento presa en la tela del tiempo, con sus oportunidades y limitaciones. Así, en nuestra solitaria carrera en bicicleta, tenemos que actuar como si el tiempo no existiera, hacer lo posible para valorizar cada segundo, descansar cuando sea necesario, pero continuar siempre en dirección a la luz Divina, sin dejarnos afectar por los momentos de angustia.
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